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Actualidad Universitaria

El equipo de Diverfarming desarrolla un manual de indicadores para evaluar los efectos de la diversificación de cultivos en suelo y plantas

¿Qué indicadores son los que revelan si un sistema agrícola está siendo sostenible? ¿Y qué métodos serían los más fiables para medirlos? Un equipo integrado por personal técnico e investigador, en colaboración con propietarios de empresas agrarias, ha publicado el ‘Manual de análisis de planta y suelo para sistemas agrícolas’ (Handbook of plant and soil analysis for agricultural systems) con el objetivo de responder a estas preguntas. Esta publicación se convierte así, en uno de los primeros resultados prácticos del proyecto Diverfarming, en el que participa la Universidad de Córdoba y que cuenta con financiación del programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea y centrado en la propagación de la diversificación de cultivos y el uso de prácticas de bajos insumos como estrategias básicas de una agricultura sostenible en Europa.

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La Universidad de Córdoba y la Universidad de Geociencias de China reconstruyen las condiciones climáticas del Cuaternario en Asia usando la hematita y la goethita


En el último millón de años, el clima en China ha ido cambiando hasta hacerse más fresco y seco según revela un estudio realizado por la Universidad de Geociencias de China, dos universidades de Estados Unidos y la Universidad de Córdoba, y publicado por la revista ‘Palaeogeography Palaeoclimatology Palaeoecology’. Un trabajo en el que se han utilizado los óxidos de hierro que se conservan en antiguos sedimentos y suelos chinos para poder reconstruir las condiciones climáticas desde mitad del Cuaternario.

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Un grupo de investigación de la UCO descubre por qué un tipo de maleza que causa graves problemas al olivar y a los cultivos de cítricos resiste a uno de los herbicidas más utilizados


Ya se conoce científicamente por qué uno de los herbicidas más usados en los campos de olivar y cítricos de España y, sobre todo, en la comunidad andaluza, apenas afecta a la especie Lolium rigidum, una de las malas hierbas más problemáticas para estos cultivos y que le roba el sueño a más de un agricultor.

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La UCO valida una metodología más precisa para el estudio científico de la enmienda

El biocarbón es una enmienda que puede ayudar a una mejor fertilización de los campos de cultivo. Sin embargo, cuando los científicos estudian las capacidades de este producto, se encuentran con datos no concluyentes. Esta falta de resultados positivos juega en contra de su popularización en el sector agrario. Para mejorar el estudio de las propiedades de los terrenos abonados con biocarbón, un equipo de la Universidad de Córdoba (UCO) ha validado un sistema fotográfico que permite conocer con precisión la presencia del biocarbón y los efectos sobre el cereal.

“Muchos estudios científicos en torno a los efectos del biocarbón no encuentran efectos significativos y pudiera ser porque la medición de estos efectos no es del todo precisa”, indica Rafael Villar, investigador principal de la línea perteneciente al Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la UCO. Para paliar este efecto, el grupo al que pertenece ideó un sistema sencillo: sobre un soporte trapezoidal se montó una cámara fotográfica, que registraba la presencia de biocarbón en un área pequeña: 0,5 x 0,4 metros.

En un campo de cultivo convencional próximo a la ciudad de Córdoba, se repartió biocarbón en parcelas de 6 x 2,8 metros junto a otras de las mismas dimensiones de control, separadas ambas por una franja de tres metros y distribuidas en ajedrezado. Ese año se sembró girasol y, al año siguiente, trigo. Dado que entre un cultivo y otro hay unas labores agrícolas de removimiento de tierras (con arados con vertedera, fundamentalmente), la distribución original del biocarbón cambió. El equipo científico empleó entonces el sistema fotográfico para observar en detalle las modificaciones y lo evaluaron en el laboratorio. En las parcelas de control, el terreno no adquirió ningún aporte de la enmienda, gracias a la franja de separación. En cambio, debido al removimiento de tierras, el biocarbón se había distribuido de forma irregular por las parcelas originales.

Se estableció una gradación de la cantidad de biocarbón presente en la superficie, gracias a las fotografías. Para crear la escala, el equipo de edafología de la UCO aportó un espectrofotómetro. “La técnica ha permitido evaluar la presencia de la enmienda un año después de su distribución, y puede servir también para campañas posteriores”, añade Manuel Olmo, del equipo investigador.

Mejora con una mayor cantidad de biocarbón

En la campaña cerealista, las áreas que contenían mayor presencia de biocarbón el rendimiento del trigo se incrementaba en torno a un 20%. En cambio, en las otras áreas, el incremento no era significativo. “Si se hubiera observado de forma global, podríamos haber concluido que el uso del biocarbón no era efectivo, pero, en cambio, con la nueva herramienta, podemos precisar estos datos y comprobar el aporte realizado”, añade Olmo. Los resultados han sido publicados en la revista científica Science of the Total Environment.

Entre esos efectos positivos se ha documentado un incremento a la adquisición de nutrientes básicos para el trigo como el calcio, el fósforo, el potasio y el manganeso. Además, el terreno enmendado con biocarbón presentaba menor compactación, algo positivo para la planta, ya que permite a sus raíces explorar mayor espacio bajo la superficie y mejorar su adquisición de agua. Finalmente, se constató mayor hidratación del suelo de forma global.

El biocarbón

El biocarbón se produce por el calentamiento de materia vegetal en una atmósfera pobre en oxígeno. Por este procedimiento, denominado pirolisis, alrededor del 50% del carbono de la biomasa queda almacenado en el biocarbón, por lo que resulta un material muy interesante como sumidero de CO2. El uso del biocarbón no es nuevo, y el estudio de los suelos amazónicos conocidos como terra preta revela que es un material muy estable que puede permanecer en el suelo entre 500 y 1.000 años. Se conocen beneficios del biocarbón como enmienda relacionados con la mejora de la humedad y de la compactación del terreno, y de la fertilidad en general. También puede ser útil en terrenos ácidos, puesto que incrementa el pH del terreno. El reto actual es conseguir que la producción de biocarbón sea económicamente viable.

Olmo M, Lozano AM, Barrón V, Villar R. ‘Spatial heterogeneity of soil biochar content affects soil quality and wheat growth and yield’. Sci Total Environ. 2016 Aug 15; 562:690-700. doi: 10.1016/j.scitotenv.2016.04.089. Epub 2016 Apr 22. 

Fotointerpretación del suelo para conocer con precisión los efectos del biocarbón en los cultivos

La UCO valida una metodología más precisa para el estudio científico de la enmienda

 

El biocarbón es una enmienda que puede ayudar a una mejor fertilización de los campos de cultivo. Sin embargo, cuando los científicos estudian las capacidades de este producto, se encuentran con datos no concluyentes. Esta falta de resultados positivos juega en contra de su popularización en el sector agrario. Para mejorar el estudio de las propiedades de los terrenos abonados con biocarbón, un equipo de la Universidad de Córdoba (UCO) ha validado un sistema fotográfico que permite conocer con precisión la presencia del biocarbón y los efectos sobre el cereal.

 

“Muchos estudios científicos en torno a los efectos del biocarbón no encuentran efectos significativos y pudiera ser porque la medición de estos efectos no es del todo precisa”, indica Rafael Villar, investigador principal de la línea perteneciente al Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la UCO. Para paliar este efecto, el grupo al que pertenece ideó un sistema sencillo: sobre un soporte trapezoidal se montó una cámara fotográfica, que registraba la presencia de biocarbón en un área pequeña: 0,5 x 0,4 metros.

 

En un campo de cultivo convencional próximo a la ciudad de Córdoba, se repartió biocarbón en parcelas de 6 x 2,8 metros junto a otras de las mismas dimensiones de control, separadas ambas por una franja de tres metros y distribuidas en ajedrezado. Ese año se sembró girasol y, al año siguiente, trigo. Dado que entre un cultivo y otro hay unas labores agrícolas de removimiento de tierras (con arados con vertedera, fundamentalmente), la distribución original del biocarbón cambió. El equipo científico empleó entonces el sistema fotográfico para observar en detalle las modificaciones y lo evaluaron en el laboratorio. En las parcelas de control, el terreno no adquirió ningún aporte de la enmienda, gracias a la franja de separación. En cambio, debido al removimiento de tierras, el biocarbón se había distribuido de forma irregular por las parcelas originales.

 

Se estableció una gradación de la cantidad de biocarbón presente en la superficie, gracias a las fotografías. Para crear la escala, el equipo de edafología de la UCO aportó un espectrofotómetro. “La técnica ha permitido evaluar la presencia de la enmienda un año después de su distribución, y puede servir también para campañas posteriores”, añade Manuel Olmo, del equipo investigador.

 

Mejora con una mayor cantidad de biocarbón

En la campaña cerealista, las áreas que contenían mayor presencia de biocarbón el rendimiento del trigo se incrementaba en torno a un 20%. En cambio, en las otras áreas, el incremento no era significativo. “Si se hubiera observado de forma global, podríamos haber concluido que el uso del biocarbón no era efectivo, pero, en cambio, con la nueva herramienta, podemos precisar estos datos y comprobar el aporte realizado”, añade Olmo. Los resultados han sido publicados en la revista científica Science of the Total Environment.

 

Entre esos efectos positivos se ha documentado un incremento a la adquisición de nutrientes básicos para el trigo como el calcio, el fósforo, el potasio y el manganeso. Además, el terreno enmendado con biocarbón presentaba menor compactación, algo positivo para la planta, ya que permite a sus raíces explorar mayor espacio bajo la superficie y mejorar su adquisición de agua. Finalmente, se constató mayor hidratación del suelo de forma global.

 

El biocarbón

El biocarbón se produce por el calentamiento de materia vegetal en una atmósfera pobre en oxígeno. Por este procedimiento, denominado pirolisis, alrededor del 50% del carbono de la biomasa queda almacenado en el biocarbón, por lo que resulta un material muy interesante como sumidero de CO2. El uso del biocarbón no es nuevo, y el estudio de los suelos amazónicos conocidos como terra preta revela que es un material muy estable que puede permanecer en el suelo entre 500 y 1.000 años. Se conocen beneficios del biocarbón como enmienda relacionados con la mejora de la humedad y de la compactación del terreno, y de la fertilidad en general. También puede ser útil en terrenos ácidos, puesto que incrementa el pH del terreno. El reto actual es conseguir que la producción de biocarbón sea económicamente viable.

 

Olmo M, Lozano AM, Barrón V, Villar R. ‘Spatial heterogeneity of soil biochar content affects soil quality and wheat growth and yield’. Sci Total Environ. 2016 Aug 15; 562:690-700. doi: 10.1016/j.scitotenv.2016.04.089. Epub 2016 Apr 22. 

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El catedrático Vidal Barrón emplea una tecnología creada en la UCO para mostrar a los asistentes del congreso anual de geocientíficos europeos la edafología marciana

Un mundo virtual poblado de avatares ha servido para que asistentes a la asamblea general de la Unión Europea de Geociencias (EGU, por sus siglas en inglés), conozcan la contribución de la Universidad de Córdoba (UCO) en el estudio de los suelos marcianos. Físicamente desde su despacho de Rabanales y virtualmente en un auditorio creado por ordenador, el catedrático Vidal Barrón ha aprovechado un entorno creado por la propia institución académica para mostrar los trabajos a investigadores de diversas disciplinas de las ciencias de la tierra, planetarias y del espacio.

“Un viaje en el espacio y en el tiempo”. Así ha comenzado su ponencia Barrón en un mundo sin gravedad y con avatares tras los que estaban científicos de diversos países, como Estados Unidos, Reino Unido y España. La conferencia forma parte del programa de la EGU, un evento que reúne en Viena a miles de investigadores hasta el 22 de abril de 2016. La sesión, que ha servido de puesta de largo del desarrollo informático, ha sido coordinada por al también profesora de la UCO Tani Taguas. Además, participaron ingenieros agrónomos de la institución académica exponiendo otros trabajos de investigación.

El entorno funciona de manera similar a Second Life. A él se accede por medio de una representación virtual, llamada avatar. El mundo recrea con gran detalle un recinto congresual, con espacios para conferencias, pero también otros lugares como salones para entablar conversaciones con otros asistentes. En este caso, se han incorporado detalles marcianos, lo que da idea de la versatilidad del espacio. Diseñado por alumnos del Máster Interuniversitario en Representación y Diseño de Ingeniería y Arquitectura de las universidades de Córdoba, Almería y Málaga, la herramienta posibilita que aquellos investigadores que no pueden acudir a las reuniones científicas, puedan presentar sus comunicaciones orales.

La conferencia versaba sobre una hipotética misión a Marte en 2031. El profesor Barrón revisó el estado del arte del conocimiento geoedafólogo de la superficie marciana, con especial atención a los óxidos de hierro, importantes marcadores de agua, un recurso indispensable para la vida terrestre. El grupo de investigación al que pertenece ha publicado en diferentes revistas científicas algunas de las características de los suelos marcianos a partir de las informaciones proporcionadas por sondas espaciales como la Pathfinder. De esta manera, la UCO ha estudiado la potencial presencia de óxido de hierro en la superficie del planeta rojo.

En vistas a una hipotética colonización de Marte, el edafólogo de la UCO ha considerado indispensable terraformar el planeta, esto es, conseguir unas condiciones similares a la Tierra para que florezca allí la vida. “La temperatura extrema y la radiación solar son dos de los mayores problemas que tendría una misión colonizadora”, ha expuesto.

Durante la misma sesión virtual se impartieron otras dos ponencias con presencia de ingenieros agrónomos de la institución académica. De este modo, los representantes de la Escuela Técnica y Superior de Ingeniería Agrónomica y de Montes (Etsiam) defenderán trabajos sobre las medidas de protección del suelo basadas en el análisis de las fuentes de sedimentos en una granja comercial en el valle del Guadalquivir y sobre anfibios como indicadores de la degradación de los suelos y el agua en el sur de la península ibérica. Intervendrán Enrique Albert, Pascual Herrera y José Ignacio Migallón en el primer caso, y Consuelo Brígido en el segundo.

La realidad virtual y los mundos inmersivos son posibilidades tecnológicas que no sólo reducen costes de desplazamiento a eventos o permiten presentaciones de trabajo a distancia, también enriquecen la conversación entre participantes. Los avatares pueden, a mayores de ofrecer conferencias o intercambiar conversaciones entre ellos, añadir datos como enlaces o vídeos a sus exposiciones. En este caso, el entorno ha sido creado en la plataforma OpenSim y cuenta con zona de pósteres interactivos, auditorio, zonas comunes y una cafetería virtual.

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El catedrático Vidal Barrón muestra las características de los suelos marcianos


Con una emisión en directo que llegaba a Australia y Estados Unidos, “e incluso a Marte”, como apuntó el ponente Vidal Barrón, la Universidad de Córdoba ha clausurado la conmemoración del Año Internacional de los Suelos con una conferencia sobre los suelos marcianos. Con una puesta en escena jovial que incluía una imitación al televisivo Hombre de Negro o la presencia de alienígenas en el aula, el catedrático del área de Edafología de la UCO mostró los avances que, gracias a sondas y misiones espaciales, se han obtenido sobre el conocimiento de la superficie del planeta rojo. Durante todo el año, un ciclo de conferencias ha mostrado al público la importancia de los suelos para la vida.

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El edafólogo Antonio Jordán, de la Universidad de Sevilla, explica en la UCO las condiciones por las que un suelo retiene agua en la superficie en vez de absorberla

Bajo ciertas condiciones, la práctica del uso de acolchados en cultivos puede incrementar la incapacidad del suelo a retener agua en su interior. Estos añadidos fundamentalmente de paja que se incorporan a los cultivos para reducir la erosión directa del suelo, dotan a su vez al terreno de un mayor porcentaje de materia orgánica, lo que le hace repeler el agua con más facilidad. El edafólogo Antonio Jordán, de la Universidad de Sevilla, ha explicado en la UCO en el ciclo de conferencias con motivo del Año del Suelo que organiza la Universidad de Córdoba, el Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3 y la Facultad de Ciencias los factores por los que aparece hidrofobia en un suelo, entre los que se encuentra no sólo la materia orgánica, sino también el tipo de arcilla, la acción del fuego o la acción de seres vivos como hongos y plantas. 

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El profesor de la Universidad Miguel Hernández Jorge Mataix muestra en la UCO estrategias para recuperar zonas quemadas a partir de datos científicos


El fuego forma parte de la naturaleza. En ecosistemas como el mediterráneo, especies vegetales como el pino carrasco o la jara están adaptadas para convivir con incendios producidos de forma natural cada cierto tiempo. Ante un auditorio repleto de alumnos de la Universidad de Córdoba, el profesor de Ciencias de los Suelos de la Universidad Miguel Hernández de Elche Jorge Mataix ha explicado cómo diferentes factores inciden en la recuperación de una zona afectada por un incendio forestal y ha mostrado algunos ejemplos de recuperación en parques naturales de la provincia de Alicante. La conferencia forma parte de un ciclo organizado con motivo del Año Internacional de los Suelos por el Departamento de Edafología de la Universidad de Córdoba y del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3, en colaboración con la Facultad de Ciencias y de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes.

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La coevolución de los suelos, los paisajes y los humanos centra la conferencia de Tom Vanwallenghem en el ciclo del Año de los Suelos de la Universidad de Córdoba


Dos procesos geológicos diferentes y opuestos, la erosión y los procesos de formación de los suelos, tienen una influencia poco descrita hasta ahora en el ciclo de carbono. El ciclo de carbono es un círculo de transformaciones químicas en torno a este elemento y que incluye la emisión de CO2 a la atmósfera y su captación por parte de los vegetales. La erosión y la formación de los suelos han centrado la conferencia de Tom Vanwalleghem, investigador Ramón y Cajal, dentro del ciclo que conmemora el Año Internacional de los Suelos en la Universidad de Córdoba.


Según ha considerado Vanwalleghem, “debería incluirse el estudio de la erosión y la formación de los suelos en los estudios ambientales sobre CO2”. Estos trabajos tratan de determinar la influencia que este gas de efecto invernadero tiene en el cambio global y, en última instancia, cómo se puede reducir la consecuencia que el efecto invernadero tiene sobre el clima y los seres vivos.


Vanwelleghem ha explicado que sobre los efectos de la erosión “aún no se ha determinado si esta erosión actúa como fuente o como sumidero de carbono”. Esto es, si la erosión acentúa la presencia de CO2 o, por el contrario, la mitiga. “En este caso, no sería tan negativa para la naturaleza”.


Los procesos de erosión están asociados a la actividad agrícola en todo el planeta. Una de las líneas de investigación de la Universidad de Córdoba ha tratado determinar los orígenes de la erosión antropogénica. El laboreo de la tierra para obtener alimentos se inició en Europa, Asia y el subcontinente indio hace de 3.000 a 8.000 años. “Estas primeras actividades agrarias concuerdan con los estudios históricos de erosión realizados”, indica el investigador del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (UCO). En este sentido, el equipo del que forma parte ha observado cárcavas de hace 3.000 años en Andalucía. Las cárcavas son concavidades en el terreno producidas por efectos erosivos de correntías de agua.


En este sentido, y junto a historiadores de la Universidad de Sevilla, el equipo de agrónomos de la UCO ha podido reconstruir trabajos históricos de laboreo en dos zonas diferentes de Andalucía, Baena (Córdoba), en una zona de campiña, y Montefrío (Granada), en la montaña del Sistema Subbético. En Baena observaron actividades agrícolas en la Antigüedad y en la época del califato de Córdoba (hace unos mil años). En Montefrío pudieron describir los efectos que la progresiva tecnificación de la agricultura tuvo sobre el suelo. Para ello, los científicos midieron tanto la posición de peanas donde se asientan olivos en campos de cultivo como la redistribución del suelo con radioisótopos de cesio.


Respecto al proceso de formación del suelo, Vanwalleghem ha apuntado que existen nuevas técnicas analíticas, como el uso de isótopos cosmogénicos o la luminiscencia estimulada ópticamente para poder determinar con mayor precisión los procesos de formación del suelo.

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El encuentro tiene lugar en la Facultad de Ciencias del Trabajo hasta el día 18

La vicerrectora de Investigación de la Universidad de Córdoba, Carmen Pueyo de la Cuesta; Julia Muñoz Molina, decana de la Facultad de Ciencias del Trabajo; Budiman Minasny Mcbratney, presidente de la Pedometrics Society; Amparo Pernichi López, delegada de Medio Ambiente e Infraestructura del Ayuntamiento de Córdoba; Salvador Nadal Moyano, investigador del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa); y Blanca B. Landa del Castillo, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) participaron en la inauguración del Congreso Pedometrics 2015, que tiene lugar hasta el 18 de septiembre en la Facultad de Ciencias del Trabajo.

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El profesor de la Universidad de Concepción Marco Antonio Sandoval explica las características de los andosoles en el ciclo de conferencias de la UCO


Chile es un país con gran actividad volcánica. Dispone de más de 2.000 volcanes de los que se cree que hay unos 500 activos. Entre ellos, los vulcanólogos disponen de registros centenarios de 60. Sin embargo, toda esta información no permite actualmente prever cuándo erupcionará el siguiente. La improvisada actividad de estas estructuras geológicas generan un tipo de suelo único en el mundo: los andosoles. El profesor de la Universidad de Concepción Marco Antonio Sandoval ha explicado en el ciclo de conferencias que organiza la Universidad de Córdoba con motivo del Año Internacional de los Suelos las características de los andosoles, presentes exclusivamente en la zona del planeta que se conoce como el Cinturón de Fuego del Pacífico, un anillo que circunda desde el área comprendida desde Indonesia y Japón a la costa occidental de América, pasando por el estrecho de Bering.

Según ha indicado Sandoval, “los andosoles son suelos profundos, que no ponen impedimento para el desarrollo de raíces, por lo que mantienen una gran masa boscosa”. Estos suelos generan “paisajes hermosos de gran frondosidad”. El dinamismo de los volcanes de la zona andina, por otra parte, modifica con rapidez el entorno: cambia los cursos de los ríos, crea nuevos lagos…, por lo que los suelos son geológicamente recientes.

Sandoval ha explicado que las cenizas de los volcanes, al precipitar, “produce estos suelos más productivos, especialmente para ganadería”. Los andosoles disponen de mayor altura de agua disponible que otros suelos. Esta diferencia, ha indicado el edafólogo chileno, “es útil para retener las lluvias tras el verano, aunque el cambio global está cambiando esta tendencia”. Sandoval ha calculado que los andosoles disponen de un 40% más de capacidad retentiva de agua que los suelos convencionales. Los andosoles representan el 1% de los suelos del planeta.

Desde su grupo de investigación, Sandoval trabaja en líneas de investigación relacionadas con la sostenibilidad, la productividad agrícola y el medio ambiente de estos suelos característicos de Chile. Desde el curso 2005-06, la Universidad de Córdoba envía alumnos a la sede de la Universidad de Concepción en Chillán para completar su formación.

El ceiA3, la UCO, el IAS y el Ayuntamiento de Córdoba organizan una jornada que reúne a especialistas, profesionales y estudiantes

El III Día de la Conservación del Suelo, organizado por el Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3, la Universidad de Córdoba, el Instituto de Agricultura Sostenible (CSIC) y el Imgema (Instituto Municipal de Gestión Medio Ambiental de Córdoba), ha permitido a estudiantes y profesionales tomar conciencia de la importancia que tiene la superficie de la corteza terrestre para la vida y la actividad humana. La jornada ha servido para que especialistas de diferentes países pongan en común sus conocimientos, experiencias y políticas en materia de conservación de suelos.

La directora de Investigación de la Universidad de Córdoba, María Teresa Roldán, ha recordado que los seres humanos “hemos sido capaces de destruir más de un tercio de los suelos cultivables del planeta al agotar sus nutriente o materia orgánica o volverlos más ácidos lo que supone un problema porque los suelos son “la fuente de alimento de la humanidad” y esto afecta a la capacidad de dar de comer al mayor número de personas: “800 millones de personas sufren en la actualidad malnutrición y hambre”. Por ello, Roldán ha considerado que jornadas como el III Día de la Conservación del Suelo “es una de las actividades que pueden ayudar a tomar conciencia de la relevancia que la conservación de los suelos tiene para todos”.

El director del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) ha apuntado que la actividad científica que su centro y otros investigadores desarrollan “debe ser trasladada a la sociedad que la financia también a través de este tipo de actividades de carácter divulgativo”. “Tenemos un problema serio con los suelos y este tipo de encuentros sirven para poder crear redes de colaboración”, ha indicado.


Por su parte, la concejala de Medio Ambiente e Infraestructuras de Córdoba, Amparo Permichi, ha destacado “el proyecto en la lucha contra la desestificación del mediterráneo” en el que colabora el municipio desde 2005 junto con Asaja, la Junta de Andalucía, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el CSIC y la Universidad de Córdoba. “Estamos consiguiendo cambiar los usos del suelo, ya que creemos que desde lo local podemos tener influencia en lo global”.

José Manuel de Siles, subdelegado del Gobierno en Córdoba, ha resaltado que, a través del apoyo ministerial, “se ha conseguido promover acciones de conservación del suelo entre agricultores, técnicos de conservación, investigadores y las propias administraciones y fomentar el uso sostenible del suelo, ya que es un recurso no renovable a corto y medio plazo”.

Finalmente, Francisco José Zurera, delegado Territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Córdoba, ha reseñado que “en la provincia hay formas de gestión del suelo que no benefician a su mantenimiento, por lo que sus administradores deben tomar conciencia de la importancia de su conservación”. Zurera ha puesto como ejemplo de pérdidas de suelos el olivar. “Más del 45% de la superficie de olivar de Córdoba (160.000 hectáreas) está en pendiente de más del 15%. Debemos prestar atención para evitar esta pérdida”.

La alta diversidad supone un importante patrimonio natural, según el profesor de la UCO Juan Gil Torres

Córdoba contiene seis de los doce órdenes con los que la taxonomía de suelos los clasifica en todo el planeta. En cuestiones de suelo, se puede encontrar en la provincia, con una superficie de 13.550 kilómetros cuadrados (el 2,73% del territorio nacional) un importante patrimonio natural: ejemplos de la mitad de los suelos que hay en todo el orbe. Algunas de composiciones están siendo afectadas por la erosión, ha explicado el profesor de la Universidad de Córdoba Juan Gil Torres, en el ciclo de conferencias que la institución académica ha organizado con motivo del Año Internacional de los Suelos.


Gil Torres ha diferenciado cinco regiones en la provincia según las características de los suelos. De noroeste a sureste son: el batolito de Los Pedroches, Sierra Morena, la vega y las terrazas del Guadalquivir, la Campiña Sur Cordobesa y la Cordillera Subbética. Cada una de estas zonas tiene unas características diferenciadas respecto a la contigua. Los Pedroches y Sierra Morena presentan suelos poco profundos y una aptitud forestal, la vega del Guadalquivir y la campiña se componen por suelos profundos y fértiles propicios para la actividad agrícola, la Subbética alberga también suelos profundos y fértiles más orientados a la actividad agroforestal.


En estas cinco zonas diferentes se encuentran seis de los doce taxones efalológicos: leptosoles, regosoles, cambisoles, luvisoles, phaeozems y acrisoles.


La erosión cada vez más intensa en el área mediterránea afectan a los suelos de Córdoba, “que no escapan de este problema”, ha apuntado el profesor titular del Departamento de Química Agrícola y Edafología de la UCO. De esta manera, procesos como la iluaración (esto es, la dispersión de arcilla y la deposición de la misma en alguna zona profunda del perfil del suelo) y la rubefacción (mayor presencia de hierro en el suelo), la hidromorfía (mantenimiento de una capa de agua durante un tiempo determinado) afectan a los terrenos cordobeses. Estos procesos son especialmente intensos en la campiña alta y en la Cordillera Subbética y observables, por ejemplo, en olivares.


El especialista aboga por considerar a los suelos “como parte de la biodiversidad” con el fin de proteger tanto el patrimonio natural que suponen como la fertilidad de los mismos de la erosión. En este sentido, Gil Torres ha recordado una cita del edafólogo Ramón Folch, que señaló en 1994 que “pocos problemas resultan menos reversibles a corto, medio y largo plazo que la depuración de la interfase edáfica” y consideraba el espacio que albergan los suelos, entre la roca madre y la superficie, “esa fina pincelada que cuelga entre dos mundos, el umbral de la vida en el dintel geológico”.

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El profesor Rafael Espejo, de la Universidad Politécnica de Madrid, muestra en la UCO los resultados de un experimento en la raña de Cañamero (Cáceres)


Una de las características fundamentales de los denominados suelos ácidos es la poca disponibilidad de nutrientes. En los ecosistemas naturales, los que todavía no han sido explotados por el ser humano con fines agrícolas, esto no supone un problema para la vegetación, ya que está adaptada a estas pobres condiciones. Una vez que son alterados para cultivar, se modifica grandemente su dinámica y, en pocos años, pasan a ser improductivos. Esto ha sucedido, por ejemplo, en la raña de Cañamero (Cáceres). El profesor Rafael Espejo, de la Universidad Politécnica de Madrid, ha mostrado en la Universidad de Córdoba, con motivo de la celebración del Año Internacional de los Suelos, cómo a través del uso de enmiendas para enriquecer la base del suelo y el empleo de la siembra directa, estos suelos pueden recuperar capacidades productivas agrícolas respecto al laboreo convencional.


“Cuando un ecosistema se transforma en agroecosistema, hay que tener mucho cuidado con la forma de manejo, con el fin de que se altere lo menos posible la dinámica del suelo y, especialmente, la de la materia orgánica”, ha destacado Espejo, experto en Edafología y Química agrícola. Su grupo de trabajo ha trabajado durante un decenio en la raña de Cañamero (al sur de la provincia de Cáceres), un espacio de piedemonte característico de la península Ibérica que pasó de ser un ecosistema natural a ser explotado por la agricultura durante el siglo XX y comenzó a abandonarse a las pocas décadas porque dejó de ser productivo.


“En el ambiente mediterráneo, la agricultura se practica desde hace miles de años, por lo que es difícil tener ejemplos de la evolución de los suelos. Sin embargo, hay rañas, como la de Cañamero, que no se empezaron a cultivar hasta comienzos del siglo XX, es decir, mantuvieron su vegetación natural hasta entonces”, ha recordado el científico. Aproximadamente en los años 30, se desforestó y se puso en servicio el terreno. “El agricultor empezó a cultivarlo, pero cuando se acabó la materia orgánica y los nutrientes, se empobrecieron los suelos y el agricultor acabó abandonándolo al poco tiempo, en un margen de entre treinta a cincuenta años”.


En campos de cultivo experimentales en la zona, durante los últimos años de la primera década del siglo XXI y los primeros de la segunda, el equipo de Espejo empezó a aplicar enmiendas para enriquezar los suelos de esta raña. Se acudieron a subproductos industriales, como la espuma de azucarería, los fosfoyesos de Huelva o los yesos rojos, ya que los agricultores de la zona no podían acceder a recursos más caros.


Durante los siete años que duró el efecto de la enmienda, los campos de estudio se trabajaron por medio de laboreo convencional (esto es, con el ciclo de uso de aperos agrícolas convencionales como el arado o los cultivadores) y con siembra directa. Se sembraron cultivos como la beza, la avena o el centeno y se midieron diferentes variable, desde edafológicas hasta pluviométricas. Los científicos observaron que, tanto en la siembra directa como en la convencional, durante el efecto de la enmienda, se incrementaron los niveles de pH y calcio del suelo y los de materia orgánica, esto es, los suelos se enriquecieron.


Durante esta vida útil de la enmienda, se constató también que por medio de la siembra directa se obtenían mejores resultados agrícolas. “La siembra directa, al aumentar en mayor cuantía la materia orgánica, era útil para mejorar las condiciones del suelo y la productividad de los cultivos”, ha explicado Espejo. “La siembra directa es aconsejable siempre, pero en estos suelos pobres es vital”, ha resumido.


Suelos pobres y vegetación abundante
Además, Espejo ha recordado que los ecosistemas naturales con suelos pobres se han conservado, en algunos casos, durante millones de años. Esto ocurre en la zona tropical. Estos terrenos se siguen manteniendo con una frondosidad que, a primera vista, se podría pensar que están asentados en suelos ricos. Ocurre lo contrario. “Todo el ecosistema se mantiene gracias a la dinámica de la materia orgánica”, ha explicado.


Cuando se han intervenido estos suelos para crear grandes explotaciones agrícolas deforestándolos, el resultado ha sido un empobrecimiento rápido de los suelos. Esto ha sucedido en países como Brasil o Madagascar. “Y ya lo sabían los pueblos aborígenes, por lo que practican la agricultura itinerante”, ha explicado el profesor de la UPM. Estos pueblos cultivan el suelo alterando la superficie mínima de las selvas colindantes a sus asentamientos, donde queman la vegetación en una o dos hectáreas y emplean las cecinas de abono. Una vez que agotado el abono, se van a otra zona próxima. Al ser superficies muy pequeñas, la vegetación que bordea esa zona deforestada va recuperando hacia en interior y se restaura el equilibrio que la agricultura alteró.

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Un nuevo sistema de modelado de suelos permite realizar más eficientemente lo que para los edafólos es un objetivo ansiado desde que comenzaron a estudiar los suelos: hacer predicciones sobre sus comportamientos futuros. El modelo, denominado Lorica, ha sido presentado en la Universidad de Córdoba en el marco del máster de Hidráulica Ambiental de las universidades de Córdoba, Granada y Málaga por parte de Arnaud Temme. Temme es especialista en el estudio del paisaje y el suelo en la Universidad de Wageningen (Países Bajos). Fruto de la presencia de este científico, dos investigadores neerlandeses realizarán una estancia con el fin de rastrear los usos del suelo en la época romana en la Campiña Sur Cordobesa y de usar este sistema de modelado.

En el transcurso de la tradicional ceremonia de concesión de premios celebrada el pasado 24 de abril, José Torrent Castellet, catedrático de Edafología del departamento de Agronomía de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba, ha recogido la medalla Philippe Duchaufour  con que fue galardonado por la Unión Europea de Geociencias (EGU).

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El catedrático de Edafología José Torrent Castellet del Departamento de Agronomía de la ETSIAM  de la Universidad de Córdoba ha sido galardonado con la medalla Philippe Duchaufour por la Unión Europea de Geociencias (EGU).

 Este prestigioso premio se considera el Nobel para los científicos del suelo. La investigación de excelencia del profesor Torrent en la Ciencia del Suelo, fundamental y aplicada, abarca múltiples aspectos sobre la mineralogía de los óxidos de hierro (de la Tierra y de Marte), clorosis férrica y geodinámica del fósforo en suelos. Sus trabajos quedan reflejados en sus más de 140 artículos de investigación, publicados en 50 revistas nacionales e internacionales, que actualmente alcanzan un índice Hirsch de 31. El impacto de estas publicaciones así como su magisterio en la formación de investigadores de distintos países (ha colaborado con investigadores de más de 70 instituciones de 25 países) fue definitivo para ser galardonado con la medalla de Duchaufour 2012 por la EGU.
 La EGU es la asociación más importante para los investigadores que trabajan en Ciencias de la Tierra. La medalla será entregada a José Torrent la semana del 22 al 27 de abril de 2012 en Viena.

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